Carlos II nombra en 1691 a Don Dionisio Ximénez de Urea y Camargo, Conde de Aranda y Caballero de la Orden Militar de Calatrava, Marqués de la Vilueña. Este título fue pasando de generación en generación creando una línea nobiliaria muy importante hasta que fue a parar a uno de los miembros de la familia Carrillo, de la villa de Vinuesa.
Con tan importante historia familiar, se construye en 1754 un palacio majestuoso y único en su traza y situación -en la actual calle de Andrés Villacieros-. Pensado en un principio como residencia de descanso, este palacio destaca sobre los demás porque se construyó de una manera anormal a la época; es de mayor escala, sus materiales son exquisitos y sus fachadas muestran una estampa muy elegante para lo que eran esos años.
La planta del palacio es rectangular y se encuentra reducida porque se ha adecuado a la nueva función que cumple el edificio. Este espacio se divide en dos pisos con salones de techos muy altos. Envuelve la casona un jardín y una huerta.
Pero donde hay que detenerse y donde se ve el verdadero valor de la construcción es en su fachada principal. Está realizada en piedra labrada de sillar blanca, y si se busca, llama la atención un bloque de piedra que por su tamaño tiene el privilegio de ser el más grande jamás colocado en la fachada de una casa en Vinuesa.
El resto del edificio es de mampostería y con huecos simétricos. La puerta se abre dentro de un arco de medio punto cuyas jambas y dovelas están decoradas con casetones. Encima de ella, cuatro balcones dintelados cuelgan volados sobre grandes vierteaguas de orejas e impostas.
Y como no, debajo de estos salientes, luce majestuoso el escudo de armas de los Valtueña. Está dividido en dos apartados muy marcados. En el lado derecho, se luce el escudo de los Montenegro de Vinuesa, antepasados de los Carrillo, dueños del palacio.
En el lado izquierdo, el emblema de los Neyla, también antepasados. Este lado muestra 5 calderas de sable. Todo ello lo envuelve por la diestra, una bordura con ocho equis, que si estuvieran bien decoradas serían de oro, y las palabras Ave Maria por la siniestra. Dos leones soportan este escudo sobre él, cierra el conjunto, un yelmo crestonado de plumas que deja ver la fecha de construcción del palacio.
Al igual que ocurriera con otros edificios majestuosos de Vinuesa, este palacio se ha conservado gracias al interés de un benefactor visontino, Andrés Villacieros Carretero, que lo compró para regalarlo y dar lugar al la actual residencia de ancianos.