Uno de los palacios que adorna las calles de Vinuesa y que refleja la importancia que tuvo la villa, es el Palacio de Don Pedro de Neyla. Provenientes de Galicia, los Neyla fueron una familia adinerada que dejó un importante legado por la zona en el siglo XVII. 

Ya, Don Juan de Neyla en su pueblo natal, Cabrejas del Campo, financió la parroquia que allí se encuentra. Una vez desplazado a Vinuesa, levantó un palacio en el arranque de la Calle Luenga. Desgraciadamente, en nuestros días, no se puede disfrutar del edificio ya que desapareció en el incendió que provocaron las franceses en 1810.

 

 

Don Pedro de Neyla, hijo de Don Juan, fue un personaje ilustre en la época. Llegó a ser arzobispo de Palermo y a ostentar, por poco tiempo, el obispado de Segovia. Una vez de vuelta a su tierra visontina levantó otro palacio cercano al de sus padres. Hoy aun se conserva este soberbio edificio del siglo XVII.

 

 

La casona tiene planta rectangular, dos pisos de altura y un formidable zaguán. En perfecto estado se encuentran dos de las fachadas - la Sur y principal y la del Este- donde, como es común en el pueblo, se abren dos huecos asimétricos. 

Las otras dos fachadas están bien conservadas pero reformadas para adaptar el espacio a su actual utilidad. Un arco dovelado da forma a un regio portón. A todo ello le protege un gran alero de madera.

El palacio es una de esas viviendas que hacen emblemática y señorial a Vinuesa ya que tiene tres escudos en las fachadas; dos exactamente iguales en la portada principal y un tercero haciendo chaflán entre la fachada Norte y Este, sobre la calle Luenga.

El blasón de Don Pedro de Neyla se representa dividido en dos; en la parte izquierda aparece los símbolos de la familia Neyla mientras que en la derecha se refleja la casa Sevilla, familia materna de Don Pedro.

Así, se identifican un águila de San Juan coronada y un castillo con tres torres. De estar en perfecto estado decorado el blasón, el pico, las garras, la corona del águila y el castillo serían de oro. Todo ello se recuesta sobre una cruz de la Orden de Calatrava, orden religiosa-militar, y sobre la misma, de doble travesaño, la cruz que llevaban los cardenales y los arzobispos primados. Remata la estampa, un sombrero arzobispal. Es apreciable que este blasón pertenece a alguien relevante en la Iglesia ya que también el lado de la familia Neyla se adaptó el escudo heráldico de la ciudad de Palermo donde Don Pedro fue religioso.

A mitad del siglo XIX, un mecenas de la villa, Don Matías Ramos Calonge, compró a la Iglesia este palacio, reconvirtiendo su función y dando vida al edificio. Lo destinó a las actuales Escuelas Públicas, aunque se comparte con una farmacia.

 


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